domingo, 23 de octubre de 2011

¿ Cual seria la definición correcta del amor ?

Hay una gran abundacia de definiciones, para el amor, el detalle seria encontrar la correcta, Eros y Ágape. Esto es válido para la filosofía occidental, que se ha nutrido históricamente de dos fuentes culturales básicas, me refiero al pensamiento clásico grecolatino y a la matriz judeocristiana. Los griegos llegaron al punto en el que las principales discusiones alrededor del amor se centraron en el tema “erótico”, es decir, en los afectos del alma que partían del impulso hacia los cuerpos bellos y llegaban al ámbito de lo divino; así tenemos, por ejemplo, a Platón para quien el amor es el producto de una tensión entre la abundancia y la necesidad, de ahí su plenitud pero también su carencia: el amor es análogo al deseo que busca completar su satisfacción, pero cuya dinámica existencial es terriblemente agotadora por el proceso de búsqueda que supone.

Por otro lado, la noción cristiana de ágape refiere más bien al ámbito de la gracia divina, su modelo es la plenitud y perfección del amor de Dios hacia los hombres, amor inmerecido que se otorga sin condiciones a quien incluso lo desprecia, el patetismo propio de esta noción cristiana tiene su precisa iconografía en la crucifixión del hijo de Dios, sangrando por su insensato amor a los hombres. Estas son las dos fuentes que rigen las principales acepciones del amor en Occidente, la noción ascendente de Eros, demasiado humana, estética y extática, y la noción de Ágape, divina, perfecta, compasiva y ética.

Seguramente las nociones que acaba de mencionar han cambiado con el tiempo
Ciertamente, entre los mismos griegos no hay un genuino consenso respecto a la naturaleza del “eros”, muestra de ello es la serie de opiniones expresadas por los diversos personajes del Banquete de Platón, texto celebérrimo en la historia filosófica del tema, ahí los personajes discuten si eros refiere a un dios y de ser así cuál es su naturaleza y cuál nuestra capacidad para comprenderlo; se le exalta como divinidad primordial, como energía cósmica que mantiene unidos a los entes, como mero impulso sexual (heterosexual y homosexual) y como demonio que habita en la región intermedia entre humanos y dioses.

El mismo Platón parece no llegar a un acuerdo definitivo en lo tocante a las implicaciones existenciales de “lo erótico”, por ejemplo, en el Banquete se concluye con la defensa de la autarquía socrática, incorruptible por el mero apetito carnal, que es capaz de desprenderse de toda afección que pudiera desfigurar la belleza del alma; pero en el Fedro, otro de sus diálogos, defiende más bien la noción maniática del rapto erótico que implica una serie de desfiguros patéticos para el alma: desasosiego, dolor, locura… ¿cuál es la verdadera posición platónica respecto a la naturaleza del amor? Es asunto interpretable. Con todo, como debe ser obvio, la noción platónica del amor sigue en la línea antes dicha, el amor es un deseo que busca su satisfacción y en esa búsqueda imprime sus huellas existenciales dolorosas, de ahí que Platón concluya su “imperfección” intrínseca.

Es necesario hacer una aclaración importante, nuestra noción de amor no se puede aplicar de manera precisa y unívoca a otras matrices culturales o históricas, quiero decir que el “amor” puede implicar para nosotros relaciones románticas o sexuales, pero no necesariamente encontramos un solo término análogo en otras culturas, por ejemplo, entre los mismos griegos se podían hacer separaciones entre eros, filia, aphrodisia, epithemia (amor pasional, filial, sexual, deseante) y otras tantas acepciones que hoy podríamos cómodamente englobar bajo una sola palabra: amor. Por ejemplo, Aristóteles nunca aborda la temática erótica como tal, pero en él encontramos brillantes ideas respecto al amor entre amigos y las responsabilidades éticas que la amistad implica, es decir, si partiéramos sólo de los textos aristotélicos para hacernos una idea de la noción de “amor” que tenían los griegos, seguramente concluiríamos que eran demasiado conservadores.

publicado por; Torres López Kelly

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